El siglo XIX fue muchas cosas para mucha gente, pero algo que está claro es que no fue el siglo más amable con el catolicismo. En un contexto de oposición entre el liberalismo en ascenso y la religión, la lucha entre Iglesia y Estado adquirió un cariz especialmente intenso en la joven Alemania.
En 1871, se había proclamado el Imperio Alemán tras una década de conflictos y maniobras diplomáticas por parte de Prusia. Bismarck, el arquitecto de la unificación, se erigía ahora en líder indiscutible del joven Reich, amparado por una constitución escrita por él mismo y un káiser que confiaba en él. Sin embargo, el Canciller de Hierro se enfrentaba ahora a una ardua labor, crear ciudadanos alemanes, y lo más parecidos posible a los prusianos.
Bismarck en 1875 |
Sin embargo, el nuevo Reich presentaba un importante obstáculo y es que un tercio de la población (unos 15 millones de alemanes) eran católicos, a diferencia de la protestante Prusia. Esto era un hecho preocupante para Bismarck, devoto luterano, y aún más para sus socios parlamentarios, los Nacional-liberales de los cuales el Canciller de Hierro dependía políticamente, por mucho que detestase el parlamentarismo. Este partido, de carácter liberal, veía con preocupación el desarrollo que estaba siguiendo la teología y la diplomacia de la Santa Sede. El Papa Pío IX ya había condenado fuertemente el liberalismo en su Syllabus de 1864 y en 1871 había culminado sus esfuerzos con la proclamación del dogma de la infalibilidad papal. Esta deriva ultramontana hizo que saltasen todas las alarmas en Berlín, donde temían que los católicos alemanes fuesen más fieles a Roma que a su propio gobierno. Además ya existía el precedente de la guerra austro-prusiana, en la que la Iglesia había apoyado a Austria frente a Prusia.
Otro motivo de preocupación para Bismarck y sus socios fue la fundación en 1870 del partido católico Zentrum, el cual temían que se convirtiese en el brazo político de Roma y amenazase la unidad alemana. Como colofón, las diversas minorías del Reich, en especial los católicos polacos, dieron su apoyo masivo al Zentrum, para la desesperación de un gobierno prusiano embarcado en el proceso de germanización de sus súbditos eslavos que ahora veía como la religión católica servía para cohesionar al nacionalismo polaco.
Pío IX |
Aunque en el Kulturkampf tomaron parte tanto el Reich como los diversos gobiernos federales, el combate fue especialmente intenso en Baden, Hesse y, en especial, Prusia. El Kulturkampf (término acuñado por Rudolf Virchow en 1873) buscaba suprimir toda influencia de la Iglesia Católica y subordinarla al Estado, por lo que uno de los principales puntos de conflicto sería la educación.
Se suele decir que el Kulturkampf empezó en 1871, cuando se abolió la sección católica del Ministerio Prusiano de Cultura. Sin embargo, la cosa empezó a ponerse seria cuando Adalbert Falk, un prominente político anticlerical, fue nombrado ministro. Este, con el apoyo de Bismarck, inmediatamente puso en marcha un amplio proceso para subyugar a la Iglesia Católica en Prusia que empezaría con la expulsión de los jesuitas en 1872. Sin embargo, aunque se promulgarían muchas leyes dispuestas a reducir el poder de Roma, destacan las llamadas Leyes de Mayo. Estas leyes, promulgadas en mayo de 1873, permitían a los ciudadanos desafiliarse de su iglesia e introducía una gran influencia estatal en los seminarios y los procesos judiciales eclesiásticos. Estas leyes serían seguidas en los años siguientes por otras que las reforzarían, como la aprobación del matrimonio civil y la toma de control de la educación por parte del Estado.
Adalbert Falk, principal impulsor del Kulturkampf |
No obstante, la reacción católica no se hizo esperar. Los obispos prusianos protestaron repetidas veces, el Vaticano rompió relaciones con Prusia en 1872 y el Papa declaró las Leyes de Mayo contrarias a la doctrina de la Iglesia. Los católicos y el clero prusianos adoptaron una postura de franca rebeldía, alentados por Roma. La respuesta del gobierno fue adoptar medidas aún más severas como respuesta. En 1873 se declaró que todo religioso que no cumpliese sería expulsado de Prusia y el Estado se arrogó la potestad de llenar las vacantes. En 1875, después de que el Papa Pío IX condenase nuevamente las leyes prusianas en su encíclica Quod Nunquam, el estado prusiano cortó todo apoyo financiero a la Iglesia. Prusia se había convertido en un infierno para los católicos. Multitud de obispos y curas fueron encarcelados, y entorno a un tercio de las parroquias quedaron vacantes.
La situación religiosa en Alemania se volvió tremendamente complicada y la tensión entre católicos y protestantes se volvió alarmante. Para colmo, el catolicismo no se vio debilitado y el Zentrum ganó 95 escaños en las elecciones de 1874. Mucha gente empezó a preocuparse por la tensión generada, como muchos protestantes conservadores, el káiser Guillermo y hasta el propio Bismarck. Este estaba viendo con preocupación como su proyecto no solo fracasaba estrepitosamente, si no que además amenazaba con debilitar seriamente a Alemania. Además, Bismarck se había cansado de sus socios Nacional-liberales y veía ahora en el Zentrum un potencial aliado para aprobar sus leyes anti-socialistas.
León XIII |
Aunque algunas de las leyes aprobadas por Falk (como la del matrimonio civil) seguirían vigentes, las relaciones entre la Iglesia y el Reich volvieron a la normalidad. Prueba de ello es que el Papa condecorase a Bismarck en 1885 con la Suprema Orden de Cristo, la más alta condecoración dada por la Santa Sede. A día de hoy, Bismarck es el único protestante que la ha recibido.
Escudo de Bismarck como caballero de la Suprema Orden de Cristo |
Aunque tras estas leyes volviese a haber paz entre Roma y Berlín, las consecuencias del Kulturkampf no desaparecieron tan fácilmente. En los años siguientes seguiría habiendo tensiones religiosas y las concesiones hechas por ambos bandos serían muy criticadas. Además, los polacos, minoría particularmente afectada, irían adoptando una posición cada vez más hostil hacia Alemania. Al final, Bismarck sería destituido por Guillermo II en 1890, en parte por las divisiones que había generado entre los alemanes y el arquitecto de Alemania y artífice del Kulturkampf moriría en 1898 en su casa de Friedrichsruh.
Comentarios
Publicar un comentario